Serás por combustible para el fuego, la tierra consumida por el fuego; tu sangre estará en medio de la tierra, en sus propios hogares, siendo inútiles todas las armas de defensa; no serás más recordado, serás relegado al olvido como nación; porque yo, el Señor, lo he hablado. Así el Señor lleva a cabo Su sentencia de destrucción sobre los enemigos de Su pueblo, incluso si Él, al mismo tiempo, encuentra necesario castigar severamente a Sus hijos.

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