Los mercaderes del pueblo te silbarán, porque la envidia siempre puede producir un gozo malicioso cuando un rival es derrotado; serás un terror, un objeto de horror, y nunca más lo serás. Cf. Ezequiel 26:21. Es un pasaje vívidamente impresionante, que concluye esta sección de la profecía contra Tiro, una que expone la justa ira de un Dios santo.

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