Por tanto, así dice el Señor Dios, dirigiéndose aquí directamente al rey de Asiria, aunque el objeto, llevar a casa la lección al Faraón por medio del mensaje, es inconfundible, porque te has elevado en altura, en blasfema altivez en relato de una prosperidad que no era más que un regalo de arriba, y él, la dirección aquí volviendo a la tercera persona, ha disparado su copa entre las densas ramas, hasta las mismas nubes, y su corazón se enaltece en su altura , en orgullo pecaminoso e insultante,

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