También descendieron con él al infierno, compartiendo la suerte de Asiria, con los muertos a espada; y los que eran su brazo, sus auxiliares o aliados, que habitaban bajo su sombra en medio de los paganos, dependiendo de su poder militar. Al concluir este párrafo y capítulo, se hace la solicitud al faraón, a quien una vez más se dirige directamente.

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