Así ha dicho Jehová el Señor: Ningún extranjero, incircunciso de corazón ni incircunciso de carne, entrará en mi santuario, de cualquier extranjero entre los hijos de Israel. Sólo aquellos que, por el arrepentimiento y la fe, se han convertido en conciudadanos de los santos y de la familia de Dios, son aceptables a sus ojos. Cfr Efesios 2:19 .

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