Ahora, cuando el príncipe prepara voluntariamente un holocausto u ofrendas de paz para el Señor, por razón de un impulso interior especial, una disposición gozosa para servir al Señor, se le abrirá la puerta que mira hacia el oriente, y él preparará su holocausto y sus ofrendas de paz, como lo hizo en el día de reposo, por lo que esta regla se aplicará a todas las fiestas; luego saldrá, y después de su salida se cerrará la puerta, para que siempre se observe la regla relativa a su cierre. El pasaje expone correctamente la fina rivalidad que puede existir entre los diversos rangos y clases de personas en sus actos de homenaje y adoración a Dios.

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