Y te daré a ti ya tu descendencia después de ti la tierra en que eres forastero, toda la tierra de Canaán, para posesión eterna; y seré su Dios. La repetición continua del énfasis en el pacto eterno y la posesión eterna muestra que el pacto y la herencia prometida incluían la simiente espiritual, la suma total de aquellos que aceptarían a Dios con la fe de Abraham, y también la Canaán celestial, con todos las bendiciones aseguradas a NOSOTROS por los méritos de Cristo, en quien solo Dios es nuestro Dios.

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