Y el hombre, maravillado por ella, mirándola con atención y casi desconcertado por la exactitud con la que se cumplió su oración ante sus ojos, guardó silencio para saber si el Señor había hecho próspero su viaje o no. En silencio, el criado reflexionó sobre lo sucedido, preguntándose si esta joven pertenecía a la familia de su amo, si todavía estaba soltera, si estaría dispuesta a acompañarlo, en fin, si el Señor había hecho su camino para prosperar, había dado éxito a su viaje.

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