y te dé la bendición de Abraham a ti ya tu simiente contigo; para que heredes la tierra en que eres extranjero, que Dios le dio a Abraham. Las palabras de Isaac señalan inequívocamente el hecho de que ahora reconocía abiertamente a Jacob como el heredero elegido. Se despertó en él la conciencia de su vocación patriarcal, y tuvo la fuerza para dar la bendición de Abraham, que incluía la promesa mesiánica, al hijo a quien hubiera rechazado, pero a quien Dios había elegido.

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