Y sucedió que en el momento en que las vacas concibieron, levanté mis ojos y vi en un sueño, y he aquí, los carneros que saltaban sobre las vacas tenían tejas, moteados y grisáceos (moteados). En consecuencia, fue la dispensación de Dios la que gobernó el aumento de los rebaños de Jacob, sin la cual ni la más aguda sagacidad comercial le habría valido de nada.

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