y sucedió que cuando alcé mi voz y clamé, él dejó su manto conmigo y huyó. Podía simular una feminidad indignada e inocente con mucha más facilidad, ya que sabía que un esclavo no podía testificar por sí mismo. En su osadía, casi le reprocha a Potifar haber puesto en peligro deliberadamente su castidad.

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