Y el nombre del segundo lo llamó Efraín (doble fruto) ; porque Dios me ha hecho fructificar en la tierra de mi aflicción. A pesar de su exaltación, Egipto siguió siendo para José la tierra de su aflicción, y él anhelaba la Tierra Prometida. Así los creyentes, no importa cuán ricamente sean bendecidos por el Señor con las riquezas y los honores de este mundo, anhelan siempre el hogar de arriba.

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