y tráeme a tu hermano menor; entonces sabré que no sois espías, sino que sois verdaderos hombres; así os entregaré a vuestro hermano, y comerciaréis en la tierra, tendréis derecho a comerciar, comprar y vender en el campo. Así, los hermanos le dieron a su padre un relato completo de los extraños sucesos que les habían sucedido en su viaje; y, sin embargo, faltaba una confesión franca de su gran pecado. Lo que se habían confesado el uno al otro aún no se atrevían a contarle a su padre. Fue necesario emplear medidas aún más severas para llegar a ese punto.

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