He aquí, vienen días en que todo lo que hay en tu casa, todas las riquezas materiales que había amasado, de las que se había mostrado tan orgulloso y vano, al menos en una medida, y lo que tus padres habían acumulado hasta este día, todo lo que había escapado de ser pagado como tributo, especialmente los metales preciosos dentro del Templo, será llevado a Babilonia; nada quedará, dice el Señor. Esta fue la primera profecía directa que predecía el cautiverio babilónico.

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