Por tanto, les dirás esta palabra: Dejen que mis ojos se llenen de lágrimas de noche y de día, y no cesen, sin que quede más que llanto para el profeta; porque la virgen hija de mi pueblo está quebrantada con una gran brecha, con una herida muy peligrosa, con un golpe muy grave, hecho que agita el amor del profeta hasta lo más profundo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad