La ira del Señor no cesará, no cesará de ejecutar su juicio, hasta que haya ejecutado y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón, todo lo que había planeado con respecto a la destrucción de Judá y Jerusalén. En los últimos días, en el momento en que Su juicio golpee al pueblo, lo considerarán perfectamente, y se volverán plenamente conscientes de la verdad de Sus amenazas. Al mismo tiempo, el Señor niega que haya autorizado de alguna manera a los engañadores de su pueblo.

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