El ardor de la ira del Señor no volverá, no se aplacará ni se retirará, hasta que Él lo haya hecho, y hasta que haya cumplido las intenciones de Su corazón, de modo que todos Sus planes se ejecuten, hasta el más mínimo detalle; en los últimos días lo consideraréis, porque entonces se darían cuenta del objeto de la lección que el Señor quería que aprendieran, en el momento en que el período mesiánico alcanzaría su culminación, la prueba suprema que vendría con el Juicio Final.

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