Se cumplen las palabras de Jonadab, hijo de Recab, de que ordenó a sus hijos que no bebieran vino, pues los mandatos de un simple hombre tienen tanto peso; porque hasta el día de hoy no beben, sino que obedecen el mandamiento de su padre con fidelidad y obediencia inquebrantables; no obstante os he hablado, madrugando y hablando, pero no me habéis escuchado. Los recabitas habían recibido una sola ordenanza, y se habían aferrado a su observancia durante casi trescientos años, aunque se transmitía por tradición oral de padres a hijos solamente; pero el pueblo del Señor no se interesó en sus amonestaciones, aunque se repetían continuamente.

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