Y el rey Sedequías, cuya debilidad de carácter aparece aquí una vez más, dijo a Jeremías: Tengo miedo de los judíos que han caído en manos de los caldeos, temía los insultos de sus súbditos fugitivos, no sea que me entreguen en sus manos y burlarse de mí. No era simplemente el ridículo lo que temía, sino también el abuso físico real.

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