Pero se hallaron entre ellos diez hombres, los ochenta que cayeron en la trampa de Ismael, que dijeron a Ismael: No nos mates, porque tenemos tesoros en el campo, de trigo, cebada, aceite y miel, para él. Era costumbre que los hombres escondieran sus reservas de grano y fruta en contenedores subterráneos durante tiempos turbulentos para evitar que las hordas invasoras se los llevaran. Así que los prohibió y no los mató entre sus hermanos, muy probablemente tomando sus bienes como rescate por sus vidas, porque el motivo del crimen de Ismael parece haber sido un simple robo, ya que evidentemente era un hombre salvaje y sin ley.

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