Entonces le dijeron: ¿Qué te haremos para que el mar se nos aquiete? ¿Qué sugeriría o aconsejaría el mismo Jonás para apartar la ira de Dios de aquellos que no estaban implicados en su culpa ?. Porque el mar se agitaba, continuaba enfureciéndose y era tempestuoso, todavía elevándose en furiosas olas.

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