Y juró Moisés aquel día, diciendo: Ciertamente la tierra que pisaron tus pies será tu heredad y de tus hijos para siempre, porque has seguido enteramente al Señor, mi Dios. Este relato complementa el dado a Números 14, porque sólo puede entenderse de una promesa directa hecha a Caleb, con especial referencia a Hebrón y sus alrededores, donde vivían los gigantes que habían aterrorizado tanto a los otros espías.

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