Entonces el pueblo gritó cuando los sacerdotes tocaron las trompetas, al toque prolongado después del séptimo viaje alrededor de la ciudad en este último día. Y sucedió que cuando el pueblo oyó el sonido de la trompeta, y el pueblo gritó a gran voz, como había ordenado el Señor, el muro se derrumbó, se derrumbó y se derrumbó en pedazos, de modo que el pueblo, los soldados atacantes, subieron a la ciudad, todos directamente delante de él, y tomaron la ciudad, por una obvia y todopoderosa interposición del Señor.

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