Zabulón y Neftalí fueron un pueblo que puso en peligro su vida hasta la muerte en los lugares altos del campo. Los hombres de Zabulón ofrecieron voluntariamente sus almas, sus vidas, por la liberación de su país, y las de Neftalí en las alturas de su territorio montañoso. Su alabanza, por tanto, se canta en este himno. Los soldados del Señor que libremente partieron a la batalla contra los enemigos de Cristo, con las armas del Espíritu, son dignos de elogio, pero aquellos que permanecen ociosos mientras sus hermanos están comprometidos en campañas que amenazan la existencia misma de la Iglesia, merecen ser severamente reprendidos.

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