Y saldrá al altar que está delante de Jehová, al altar del incienso, y hará expiación por él; y tomará de la sangre del becerro y de la sangre del macho cabrío, y la pondrá sobre los cuernos del altar en derredor. De modo que la sangre de ambas clases de expiación se mezcló en el rito expiatorio, y las faltas de los sacerdotes y del pueblo fueron expiadas a los ojos de Dios en esta tercera etapa de las ceremonias de sacrificio del día. Tenga en cuenta que incluso el altar, como un instrumento utilizado con fines de purificación y expiación, tuvo que ser limpiado de la contaminación que se aferraba a él debido a la adoración de los pecadores.

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