Y Moisés dijo a los hijos de Israel que sacaran del campamento al que había maldecido y lo apedrearan. E hicieron los hijos de Israel como Jehová le había mandado a Moisés, quitando así el mal de en medio de ellos. Una congregación cristiana no tiene jurisdicción sobre la vida y la muerte, pero los pecadores notorios e impenitentes, como los blasfemos, deben ser excluidos de su organización; y es evidente entre los cristianos que la ley del amor exige la restauración de todos los bienes en los que el prójimo ha sido dañado.

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