Y te esparciré entre las naciones, en un cautiverio vergonzoso equivalente a la esclavitud, y desenvainaré una espada detrás de ti, los expulsaré de sus hogares con una espada desenvainada; y tu tierra será desolada y tus ciudades asoladas. Ese fue el clímax de la justicia vengativa de Dios: destrucción de todos los ídolos y sus santuarios, derrocamiento total de las ciudades, desolación de la tierra y deportación de sus habitantes.

Estas amenazas se mantienen vigentes incluso hoy. Si nos alejamos de Dios, le negamos la fe y la obediencia, y despreciamos Sus mandamientos, Él nos quitará Sus bendiciones, paz y prosperidad e incluso hará que su ira sobre nosotros. Por tanto, debemos temer su ira y no actuar en contra de sus mandamientos.

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