Y la grasa de la bestia que muere por sí misma, sin que su sangre tenga posibilidad de escurrirse, y la grasa de lo que es despedazado por las bestias, se puede usar en cualquier otro uso, para los propósitos de la vida diaria; pero no comeréis de él de ninguna manera, porque los animales que encontraron su muerte de esta manera fueron inmundos y contaminaron a los que comieron de su carne o de su grasa.

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