Y este rumor de él se difundió por toda Judea y por toda la región de alrededor.

Ante esta manifestación de todopoderoso poder que habían visto con sus ojos, un temor y pavor de lo sobrenatural se apoderó de todo el pueblo. Sintieron la presencia de Dios en este Hombre de Nazaret. Pero no lo reconocieron como el Mesías a pesar de la grandeza del milagro. Simplemente como un gran profeta lo anunciaron; sólo como una visitación de la gracia de Dios vieron su venida.

Su fe y entendimiento estuvieron muy por debajo de los del centurión de Capernaum. El mero reconocimiento y aceptación de Jesús como un gran profeta y reformador social no es suficiente en ningún momento. Todos los hombres deben saber que Él es el único Salvador del mundo. Solo este conocimiento y confianza traerán la salvación.

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