Una ley y una misma manera será para ti y para el extranjero que peregrina contigo. Bajo las condiciones del Nuevo Testamento, esto es cierto con doble importancia; debemos llegar al punto sin más parlamentos ni demoras en que otorguemos a quienes se unen a nosotros en años más maduros la misma bienvenida cordial que damos a nuestros hijos, que ingresan a la membresía comulgante casi automáticamente, por confirmación. Aquí hay una buena pista para la obra misional.

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