Y Balac hizo lo que Balaam le había dicho, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar, aún con la idea de que su objetivo podía ser obtenido, lo cual era, por supuesto, una gran tontería. Así como el Señor sostuvo Su mano protectora sobre el pueblo del pacto en ese momento, ahora Él vive y reina en medio de Su congregación, el pueblo del Nuevo Testamento. En y con Él la Iglesia es invencible y conquistará a todos sus enemigos.

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