Y para el oficio de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, el aceite para el alumbrado, el incienso aromático, la ofrenda diaria que acompaña al holocausto por la mañana y por la tarde, y el aceite de la unción; tenía que asegurarse de que se proporcionaran todos estos según fuera necesario; y la supervisión de todo el tabernáculo, y de todo lo que en él hay, en el santuario y en sus utensilios; él era responsable de todos los nombramientos.

Y como superintendente de todo el tabernáculo y todo su equipo, estaba a cargo del trabajo de los coatitas. Dado que el ministerio de estos últimos fue tan importante, pero como también fue esencial que no entraran en contacto con los vasos sagrados, el Señor renueva sus palabras de advertencia con especial énfasis.

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