v. 16. El que guarda el mandamiento, es decir, el de la Ley de Dios, guarda su propia alma, porque tal conducta conduce a la vida espiritual; pero el que desprecia sus caminos, sin preocuparse por guardarlos de acuerdo con la Palabra de Dios, morirá, porque la destrucción es el castigo de tal desobediencia.

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