Tu propio amigo y el amigo de tu padre no los desampares, porque son confiables, habiendo sido considerados probados y verdaderos; ni entres en la casa de tu hermano el día de tu calamidad, ya que una relación de sangre no es tan estrecha e íntima, en muchos casos, como una que se basa en la verdadera amistad; porque mejor es el vecino cercano, con quien uno está unido por los lazos de amistad, que un hermano lejano, con quien ya no se pueden tener muchas cosas en común. Los lazos de sangre pueden ser menos confiables que los de una amistad genuina.

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