El rico, que también es inicuo y, por tanto, necio, es sabio en su propia opinión, en su propia estimación ciega de sí mismo, 26:16; pero el pobre que tiene entendimiento, que hace uso de la sabiduría, lo escudriña, conoce y ve a través de las debilidades del rico insensato y desprecia su manera de hacer las cosas.

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