De modo que se quedó junto a las doncellas de Booz para espigar hasta el final de la cosecha de cebada y de la cosecha de trigo, hasta bien entrada la primera parte del verano; y vivía con su suegra, siempre volviendo allí cuando venía de espigar por la noche. Su diligencia no se relajó, ni cambió su comportamiento por los favores que se le hicieron; era tan modesta y sin pretensiones como siempre, y su conducta amable y virtuosa era evidente para todos. Todas estas virtudes, tanto las mostradas por Booz como las encontradas en Rut, son frutos de la verdadera fe.

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