Nuestra alma se escapó como un pájaro de la trampa de los cazadores; el lazo se rompe por la misericordiosa providencia del Señor, y nosotros escapamos. Ambas figuras, la de las fieras rapaces ávidas de cantar a sus presas con los dientes y la de los cazadores que colocan sus trampas para los pájaros desprevenidos, muestran, por un lado, la grandeza del peligro, por el otro, sin embargo, el milagro de Dios. liberación. Por tanto, el salmista concluye:

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