Levanten las manos en el Santuario, en un gesto de súplica, y bendigan al Señor, siendo la amonestación no abandonar los actos de adoración y devoción mientras se encuentra en el deber de velar. Habiendo enviado la congregación su saludo al Monte del Templo o al Patio de los Sacerdotes, el coro de sacerdotes responde con una bendición:

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