Él envía su palabra, su mandato, y los derrite, el hielo, la nieve y el granizo; Hace soplar su viento, como en el caso del foehn de los Alpes o el chinook de las praderas del noroeste, y las aguas fluyen, las masas congeladas se disuelven bajo el calor de las brisas primaverales. Pero todas estas manifestaciones de su poder omnipotente, por grandes que sean, son sin embargo secundarias a las revelaciones de la bondad y misericordia de Dios para con su pueblo.

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