Porque dije: Oídme, para que no se regocijen por mí, porque la honra del nombre del Señor exige que salve a su siervo, para que no le golpee también la burla; cuando resbala mi pie, se engrandecen contra mí, enorgulleciéndose y burlándose de la fe sencilla del creyente, cuya confianza es destrozada por sus tribulaciones.

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