para manifestar tu bondad amorosa en la mañana, comenzando a alabar su gracia con el mismo amanecer de la mañana, como la luz del Redentor que penetra la noche del pecado y la condenación, y tu fidelidad, por la cual Él cumple las promesas concernientes a nuestra salvación, cada noche, porque es en las aflicciones y terrores de la noche que el pensamiento de la fidelidad inquebrantable de Dios sostiene el espíritu,

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