Ahora se declaró una dificultad adicional. El hombre que primero dudó de sí mismo y luego dudó debido a su ignorancia de Dios, ahora dudó debido a la gente a la que iba a ser enviado. Dios le había dicho que la gente lo escucharía, pero ahora lo cuestionó. Todo temor al hombre es evidencia de una fe débil en Dios. En presencia de tal temor, lo que necesitamos es una visión más clara de Dios. La historia muestra que Dios entendió y respondió al temor de su siervo otorgándole señales.

Entonces se revela la más extraña de todas las dificultades. Moisés volvió a lo primero que dijo y declaró su propia debilidad e incompetencia. Al principio fue natural y la respuesta fue de gracia. Ahora era injustificado y Dios estaba enojado con él. El resultado fue que se le dio a Aarón como portavoz. Esta es una experiencia extraña pero recurrente. La fe vacilante se responde con el suministro de algo que podría haberse hecho sin él, y el resultado es dolor.

Por fin, una vez superadas las dificultades, Moisés comenzó a caminar por el sendero de la obediencia. Aquí tenemos el registro de algo ciertamente extraño en la forma en que se cuenta. Jehová se encuentra con él en el camino y busca matarlo. La explicación se encuentra en lo que sigue. No puede haber duda de que por alguna razón no registrada, Moisés no cumplió con las instrucciones divinas concernientes a la circuncisión. La lección es evidente por sí misma. Ninguna gran consagración al servicio puede excusar el fracaso en lo que pueden parecer asuntos de conducta más pequeños. La obediencia completamente establecida, todo avanzó.

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