Ezequiel 15:1-8

1 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

2 “Oh hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid, comparada con la madera de cualquier otra rama de los árboles del bosque?

3 ¿Tomarán de su madera para hacer algún objeto? ¿Tomarán de ella siquiera una estaca para colgar de ella cualquier utensilio?

4 He aquí que más bien es echada al fuego para ser consumida; el fuego consume sus dos extremos, y su parte de en medio es abrasada. ¿Servirá para hacer algún objeto?

5 He aquí que cuando estaba íntegra, no servía para hacer ningún objeto; ¡cuánto menos podrá servir para hacer algún objeto después que el fuego la haya abrasado y haya sido consumida!

6 “Por tanto, así ha dicho el SEÑOR Dios: ‘Como a la madera de la vid entre los árboles del bosque, que eché al fuego para ser consumida, así haré a los habitantes de Jerusalén.

7 Pondré mi rostro contra ellos; salieron del fuego, pero el fuego los devorará. Y sabrán que soy el SEÑOR, cuando ponga mi rostro contra ellos.

8 Convertiré la tierra en desolación, porque cometieron infidelidad’”, dice el SEÑOR Dios.

Esta última palabra sobre los resultados de la reprobación conduce naturalmente a la parte de la profecía que trata de la razón de la misma. Esta razón se expone primero en dos cifras generales; segundo, en forma de acertijo; tercero, como respuesta a una excusa falsa; y, finalmente, en un gran lamento.

Las figuras eran familiares porque habían sido utilizadas por antiguos profetas. La primera figura fue de la vid. Se declaró su inutilidad como árbol. No proporcionó madera que los hombres pudieran trabajar, ni siquiera un alfiler en el que colgar una vasija, el significado más evidente de esto es que el único valor de una vid es su fruto. Qué peor que inútil es cuando se quema.

La aplicación de la figura se hizo inmediatamente a los habitantes de Jerusalén, quienes iban a ser entregados al fuego por su transgresión. La conexión de esta profecía con el cántico de Isaías es evidente. Según ese cántico, el juicio contra los hombres de Judá se debió al hecho de que cuando Jehová buscaba uvas, producían uvas silvestres.

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