Ezequiel 6:1-14

1 Vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

2 “Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel y profetiza contra ellos.

3 Les dirás: ‘¡Oh montes de Israel, escuchen la palabra del SEÑOR Dios! Así ha dicho el SEÑOR Dios a los montes y a las colinas, a las quebradas y a los valles: He aquí, yo mismo traeré contra ustedes la espada y destruiré sus lugares altos.

4 Sus altares serán desolados y sus altares de incienso destruidos. Haré que sus muertos caigan delante de los ídolos de ustedes.

5 Pondré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos y esparciré sus huesos alrededor de sus altares.

6 En todos los lugares donde habiten, las ciudades serán destruidas y los lugares altos desolados. Sus altares serán destruidos y desolados; sus ídolos serán rotos y cesará su culto; sus altares de incienso serán destrozados y sus obras borradas.

7 Los muertos caerán en medio de ustedes, y sabrán que yo soy el SEÑOR.

8 “‘Pero dejaré un remanente, de modo que tengan entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando sean esparcidos por los países.

9 Entonces los que de ustedes escapen se acordarán de mí en las naciones en las cuales hayan sido hechos cautivos, de que yo quebranté su corazón adúltero que se apartó de mí, y sus ojos que se prostituyeron tras sus ídolos. Ellos se detestarán a sí mismos a causa de los males que hicieron, por todas sus abominaciones.

10 Así sabrán que yo soy el SEÑOR. ¡No en vano he dicho que les haría este mal!’”.

11 Así ha dicho el SEÑOR Dios: “Golpea con tu mano y pisotea con tu pie, y di: ‘¡Ay de todas las terribles abominaciones de la casa de Israel! Porque con espada, hambre y peste caerán.

12 El que esté lejos morirá de peste, el que esté cerca caerá a espada, y el que se quede y sea sitiado morirá de hambre’. Así agotaré en ellos mi ira.

13 Y sabrán que yo soy el SEÑOR, cuando sus muertos estén en medio de sus ídolos y alrededor de sus altares, en toda colina alta y en todas las cumbres de los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina coposa, lugares donde ofrecieron grato olor a todos sus ídolos.

14 Extenderé contra ellos mi mano, y convertiré la tierra en desolación y asolamiento en todos los lugares en que habitan, desde el desierto hasta Diblat. Y sabrán que yo soy el SEÑOR”.

Estos signos fueron seguidos por denuncias que surgieron naturalmente de lo que habían enseñado. En términos generales, el profeta predijo primero el juicio venidero de la espada contra toda la tierra y la consiguiente dispersión del pueblo. Se declaró claramente que en este proceso de juicio Jehová preservaría un remanente de aquellos que escaparían de la destrucción de Jerusalén, y en cuya mente permanecería el juicio, produciendo arrepentimiento y la convicción de que la palabra de Dios no era en vano. .

Entonces se le encargó al profeta que transmitiera este mensaje de la espada con todos los signos externos de vehemencia y pasión, y que dejara perfectamente claro que la venganza se movía hacia el propósito de restaurar el conocimiento de Jehová a aquellos que lo habían olvidado. La referencia al remanente en el curso de esta primera denuncia explica la acción final en la cuarta señal, es decir, la recogida de unos pocos cabellos esparcidos y atarlos en las faldas del manto del profeta.

La conciencia de Ezequiel de la causa subyacente de la reprobación del pueblo elegido es evidente a través de toda esta sección, en la que describe sus resultados. Israel había abandonado la comunión con Dios y había dejado de conocerlo. Actualmente, esto se trata con mayor detalle, pero es interesante notar que el profeta lo reconoció a lo largo de todos estos mensajes.

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