Antes de su fallecimiento, Jacob, al pronosticar el futuro de sus hijos, basó lo que tenía que decir en lo que ya había visto en ellos. En algunos casos, las alusiones son difíciles de seguir y la conexión no es fácil de ver. En otros, ambos son inconfundibles.

Hablando de Rubén, Jacob declaró que la preeminencia del privilegio tiene mucho que ver necesariamente con la preeminencia de la posición. De Simeón y Levi declaró que la crueldad de carácter siempre resulta en división y dispersión. En Judá vio el resplandor de la esperanza central de él y de Israel. En Zabulón vio toda la supremacía comercial y en Isacar el método del diplomático que se inclina al servicio para asegurarse la tranquilidad. Dan, astuto y entusiasta, iba a ejercer la judicatura. Se hace referencia a Gad, el belicoso, Aser, el lujoso y Neftalí.

Más tiernas y hermosas fueron las referencias de Jacob a José. Fue una rama fructífera, lo que indicó su realización de la posibilidad. Además, sus ramas iban a correr sobre la pared, excediendo así los límites de la expectativa. Debía conocer la persecución pero permanecer en la fuerza, y las bendiciones más abundantes se pronunciaron sobre él. Benjamin fue despedido brevemente por caracterizarse por su astucia y fiereza.

Luego sigue la historia de la muerte de Jacob, su último encargo a sus hijos es que debe ser enterrado entre su propia gente.

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