Isaías 49:1-26

1 ¡Óiganme, oh costas, y atiendan, oh pueblos lejanos! El SEÑOR me llamó desde el vientre; desde las entrañas de mi madre mencionó mi nombre.

2 Hizo de mi boca una espada puntiaguda; me cubrió con la sombra de su mano. Hizo de mí una flecha afilada; me guardó en su aljaba.

3 Y me dijo: “Mi siervo eres tú, oh Israel; en ti me gloriaré”.

4 Pero yo dije: “Por demás me he afanado; en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas. Sin embargo, mi causa está con el SEÑOR, y mi recompensa con mi Dios”.

5 Y ahora el SEÑOR — quien me formó desde el vientre para ser su siervo, a fin de hacer que Jacob volviera a él y lograr que Israel se adhiriera a él, pues yo soy estimado en los ojos del SEÑOR, y mi Dios es mi fortaleza —

6 dice: “Poca cosa es que tú seas mi siervo para levantar a las tribus de Israel y restaurar a los sobrevivientes de Israel. Yo te pondré como luz para las naciones, a fin de que seas mi salvación hasta el extremo de la tierra”.

7 Así ha dicho el SEÑOR, el Redentor de Israel y el Santo suyo, al de alma menospreciada, al abominado por las naciones, al siervo de los tiranos: “Los reyes lo verán y se levantarán; también los príncipes, y se postrarán, a causa del SEÑOR, quien es fiel, y por el Santo de Israel, el cual te escogió”.

8 Así ha dicho el SEÑOR: “En tiempo favorable te he respondido, y en el día de salvación te he ayudado. Te guardaré y te pondré por pacto para el pueblo, a fin de que restablezcas la tierra y poseas las heredades desoladas;

9 para que digas a los presos: ‘¡Salgan!’; y a los que están en tinieblas: ‘¡Muéstrense!’. En los caminos serán apacentados, y en todas las cumbres áridas estarán sus pastizales.

10 No tendrán hambre ni sed; ni el calor ni el sol los golpeará. Porque el que tiene misericordia de ellos los guiará y los conducirá a manantiales de aguas.

11 Yo convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas.

12 He aquí, estos vendrán desde lejos; he aquí, esos vendrán del norte y del occidente; y aquellos, de la tierra de Sevene”.

13 ¡Griten de júbilo, oh cielos! ¡Regocíjate, oh tierra! ¡Prorrumpan en cántico, oh montes! Porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo y de sus afligidos tendrá misericordia.

14 Pero Sion dijo: “El SEÑOR me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí”.

15 “¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti.

16 He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; tus murallas están siempre delante de mí.

17 Tus edificadores vendrán aprisa, y tus destructores y desoladores se irán de ti.

18 Alza tus ojos alrededor y mira: Todos estos se han reunido y han venido a ti. ¡Vivo yo, dice el SEÑOR, que con todos ellos te vestirás como si fueran joyas! ¡Y con ellos te adornarás como una novia!

19 En cuanto a tus ruinas, tu desolación y tu tierra destruida, ciertamente ahora serás demasiado estrecha para los habitantes; y tus destructores estarán lejos.

20 Aun los hijos de los cuales fuiste privada te dirán a los oídos: ‘Este lugar es demasiado estrecho para mí; dame espacio para habitar’.

21 Entonces dirás en tu corazón: ‘¿Quién me dio a luz a estos? Porque yo estuve sola y estéril, desterrada y apartada. He aquí que yo fui dejada sola; ¿de dónde, pues, han venido estos? ¿Quién los crió?’ ”.

22 Así ha dicho el SEÑOR Dios: “He aquí, yo alzaré mi mano hacia las naciones, y levantaré mi bandera a los pueblos. Ellos traerán en su seno a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros.

23 Reyes serán tus tutores, y sus princesas tus nodrizas. Con el rostro a tierra se postrarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies. Así sabrás que yo soy el SEÑOR, y que los que esperan en mí no serán avergonzados”.

24 ¿Le será quitado el botín al valiente guerrero? ¿Será librado el cautivo de las manos de un tirano?

25 Pues así ha dicho el SEÑOR: “Ciertamente el cautivo le será quitado al valiente guerrero, y el botín será librado del tirano. Yo contenderé con los que contienden contra ti, y yo salvaré a tus hijos.

26 A los que te oprimen, los haré comer sus propias carnes; se embriagarán con su propia sangre, como con vino nuevo. Y sabrá todo mortal que yo soy el SEÑOR tu Salvador, tu Redentor, el Fuerte de Jacob”.

Comenzamos ahora la sección en la que se ve con mayor claridad al Príncipe de Paz. Primero se revela como sostenido a través del sufrimiento (cap. S 49-53), y luego como canto triunfal (cap. S 54-57).

En esta sección escuchamos el llamado de Jehová a Su propio Siervo, que puede dividirse en tres partes. Primero, en cuanto a Su Siervo (versículos 49: 1-13), se manda a las islas y a los pueblos que comprendan que Él es llamado por Jehová. Ahora se le describe como "Israel, en quien seré glorificado", en contraste con el Israel nacional, que ha fracasado tan gravemente. Su respuesta al llamado declara cómo había trabajado en vano y, sin embargo, su apelación es a Jehová.

A esta respuesta le sigue la confirmación de Su llamado en la que Jehová declara que el primer propósito de bendecir a Jacob era algo demasiado ligero para Él, y procede a describir la audiencia mundial que ejercerá.

Entonces el llamado es a Sion (versículos 49: 14-21). Sion se queja de que Dios la ha olvidado, y la respuesta declara el amor inagotable de Dios y su liberación segura. Finalmente, el llamado es para Jehová mismo, quien anuncia Su determinación de bendecir.

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