Isaías 9:1-21

1 Sin embargo, no tendrá oscuridad la que estaba en angustia. En tiempos anteriores él humilló la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí; pero en tiempos posteriores traerá gloria a Galilea de los gentiles, camino del mar y el otro lado del Jordán.

2 El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz. A los que habitaban en la tierra de sombra de muerte, la luz les resplandeció.

3 Lea aumentaste la gente y acrecentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten el botín.

4 Porque como en el día de Madiánb, tú has quebrado el yugo que cargaba, la vara de su hombro y el cetro del que lo oprime.

5 Todo calzado del que marcha con estruendo y el manto revolcado en sangre serán para quemar, pasto para el fuego.

6 Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

7 Lo dilatado de su dominio y la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y fortalecerlo con derecho y con justicia, desde ahora y para siempre. El celo del SEÑOR de los Ejércitos hará esto.

8 El Señor envió una palabra a Jacob, y ella cayó en Israel.

9 Todo el pueblo lo supo; Efraín y los habitantes de Samaria que con soberbia y altivez de corazón decían:

10 “Cayeron los ladrillos, pero edificaremos con bloques de piedra; fueron cortadas las higueras silvestres, pero en su lugar pondremos cedros”.

11 El SEÑOR hace surgir contra él a sus adversarios, es decir, a Rezín; e incita a sus enemigos:

12 los sirios del oriente y los filisteos del occidente, que a boca llena devoran a Israel. A pesar de todo esto, no ha cesado su furor, y su mano todavía está extendida.

13 Pero el pueblo no se ha vuelto a quien lo golpeó ni han buscado al SEÑOR de los Ejércitos.

14 Por eso en un mismo día el SEÑOR cortará de Israel la cabeza y la cola, la palmera y el junco.

15 El hombre anciano y respetado es la cabeza, y el profeta que enseña mentira es la cola.

16 Los que guían a este pueblo lo hacen errar, y los que por ellos son guiados están confundidos.

17 Por tanto, el Señor no se compadecerá de sus jóvenes ni tendrá misericordia de sus huérfanos ni de sus viudas. Porque cada uno es impío y malhechor, y toda boca habla insensatez. A pesar de todo esto, no ha cesado su furor, y su mano todavía está extendida.

18 La maldad arde como fuego y devora espinos y cardos. Se enciende en la espesura del bosque y se levanta en remolinos de humo.

19 A causa de la ira del SEÑOR de los Ejércitos, la tierra es quemada, y el pueblo es pasto para el fuego. El hombre no tiene piedad de su hermano.

20 Cada uno devora a la derecha, pero tiene hambre; y come a la izquierda, pero no se sacia. Cada cual devora la carne de su prójimo.

21 Manasés devora a Efraín, y Efraín a Manasés; y ambos se levantan contra Judá. A pesar de todo esto, no ha cesado su furor, y su mano todavía está extendida.

Aquí tenemos el mensaje de esperanza (versículos 9: 1-7) en la gloriosa imagen del Libertador Venidero, con el igualmente glorioso registro de los resultados de Su Venida. Es uno de los pasajes mesiánicos más importantes del Antiguo Testamento.

A esto le sigue inmediatamente una profecía de juicio sobre Israel, que se divide en cuatro partes distintas, cada una de las cuales termina con las palabras: "Por todo esto, su ira no se apartó, sino que su mano aún está extendida". Por esta razón hemos incluido en nuestra lectura los primeros cuatro versículos del capítulo

En el primero, reprende su orgullo y declara que, como consecuencia de ello, Jehová enviará contra ellos a los sirios y los filisteos. En el segundo, anuncia y denuncia la terquedad de corazón de ellos, y declara que a causa de ello Jehová destruirá a sus propios líderes y, por lo tanto, los castigará. En el tercero, describe la prevalencia y la ferocidad de su maldad, y anuncia el juicio de la contienda civil, por la que se consumirán mutuamente. En el cuarto, describe la corrupción de los jueces y gobernantes del pueblo, y declara que serán abrumados y destruidos por el pueblo.

Mediante todas estas medidas de juicio, el pueblo afligido manifiesta terquedad de corazón y perseverancia en la iniquidad, de modo que no se puede apartar la ira de Jehová, aunque su mano afligida continúa extendida.

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