Es interesante notar que en el territorio asignado a Manasés, se incluyen algunas de las ciudades de Efraín; y, además, que algunas de las ciudades de Manasés están dentro del territorio de Aser e Isacar. La razón de esto puede ser, en el primer caso, para marcar la unidad entre Efraín y Manasés como los hijos de José; y, en el segundo caso, porque Aser e Isacar, especialmente este último, no fueron lo suficientemente fuertes para someter el territorio que se les había encomendado.

Efraín estaba descontento con la porción que se le había asignado y se quejó con Josué. El más nuevo que dio fue característico de él y una revelación de la grandeza de su habilidad política. Manifestó un entendimiento de la debilidad de estas tribus y de los principios sobre los cuales solo podrían volverse fuertes. No negó su declaración de que eran un gran pueblo, pero con lo que parecería haber sido un toque de ironía, les encargó que demostraran su grandeza tomando posesión de lo que tenían.

Les ordenó que subieran a las montañas, cortaran los árboles y expulsaran a sus enemigos. El principio así revelado es de aplicación perpetua. Si la Iglesia de Dios poseyera sus posesiones, sería mucho más poderosa.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad