Los mandamientos de Dios requerían prisa en obediencia. Sin embargo, la prisa nunca significa descuido de la observancia religiosa. El mismo hecho de su necesidad de la guía divina hizo que fuera de suma importancia que la gente se tomara tiempo para adorar y reconocer su relación con Dios. A salvo sobre el Jordán, con el conflicto en espera, las huestes deben detenerse mientras se recogen piedras del lecho del río y se erigen en una pila conmemorativa en la tierra a la que ahora habían llegado.

Nos perderemos mucho de la belleza de este cuadro si no advertimos la verdadera razón de esta pausa y la erección de este pilar. Esa razón se revela en los versículos seis y veintiuno. "Para que esto sea una señal entre ustedes, que, cuando sus hijos pidan en el futuro, ..." "Cuando sus hijos pregunten a sus padres en el futuro ..." Se recordará que el mismo principio celebrada en relación con el establecimiento de la fiesta de la Pascua.

El propósito último de Dios está lejos de la vista. Antes de que se alcance, surgirán nuevas generaciones. Por tanto, no debe perderse ninguna de las lecciones del presente. Deben perpetuarse en la memoria durante los próximos días. Para que esto sea así, Jehová hizo arreglos deliberadamente para cosas que apelarían a la curiosidad natural de un niño. Qué más natural que eso, en los días venideros, los niños que juegan o caminan cerca de este montón de piedras deben preguntar a sus padres qué significaba.

Fue para esto que el arreglo divino hizo provisión y se ordenó a la gente que cuando los niños hicieran sus preguntas, debían ser respondidas. De modo que los padres volvieron a contar la historia de la liberación divina a sus hijos durante todas las generaciones sucesivas.

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