El relato de la reincidencia de los individuos va seguido de una ilustración de su existencia generalizada entre la gente. Mientras buscaban un nuevo territorio, los danitas encontraron a Miqueas y la condición de las cosas establecidas en su casa.

Cuando en la actualidad avanzaron hacia el éxito, no dudaron en dimensionar las imágenes de Micah y capturar a su sacerdote. La terrible decadencia del ideal religioso se revela asombrosamente en toda esta historia.

Profundamente arraigada en el carácter de la gente estaba la conciencia de la importancia de la religión. Miqueas debía adorar y los danitas sintieron la necesidad de su empresa para mantener algún tipo de relación con Dios. Sin embargo, en todos los casos se produjo la prostitución más violenta de la religión con fines de prosperidad personal.

Miqueas esperaba que, mediante el mantenimiento de alguna forma de adoración y la presencia de un levita, Jehová fuera su Dios, lo que evidentemente quiso decir que le llegaría la prosperidad material. Los danitas, en busca de un nuevo territorio, estaban ansiosos por mantener la religión.

Dondequiera que la religión sea reconocida y adoptada simplemente para asegurar la prosperidad material, sufre degradación. En estas historias tenemos una revelación de los inicios de esas terribles condiciones que finalmente desembocaron en la ruina del pueblo.

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